Justo al salir de la ciudad dirección Nord-Este había unas
canteras de yeso en funcionamiento, pero en los espacios ya explotados, supongo
que por la atracción que ejercen éstos a los menores y adolescentes (se de lo
que hablo) era habitual encontrar niños jugando. Regresando de una caminata por
los alrededores de Igualada me encontré a dos niños y sus perros: me contaron
que los habían adoptado y como en su casa no les autorizaban a tenerlos, ellos cada
dia dedicaban parte de su tiempo de juego a mimarlos y alimentarlos.