Mi
hermana pequeña Rosa fue mi primera modelo. Con ella hice practicas mil y debo
reconocer que –de entre todos mis hermanos- fue la que más se sacrificó y,
aunque inconscientemente, me ayudó a desarrollar mi gusto a fotografiar a las
personas ante las cosas. La fotografiaba recién levantada de la cama medio
dormida; escondida debajo de una mesa; con su cara pegada al cristal de la
puerta del comedor; con su muñeca rota… todas ellas, imágenes espontaneas,
robadas, sin preparación ni montaje y aunque puede que para Rosa yo fuera el
pesado y cansino de su hermano mayor, para mi esa etapa fue significativa en mi
crecimiento y evolución como fotógrafo.