La agencia fotográfica
francesa AIPA me encargo una serie de reportajes fotográficos sobre Catalunya.
Uno de ellos se centraba en los cántaros negros de Verdú. El azar quiso que en una de mis visitas a
Verdú coincidiera con la celebración de un entierro –nada extraordinario- a no
ser porqué el traslado del ataúd hasta el cementerio se hacía en un carro de
muertos de tiro animal.
Esa imagen desperto en mi la atención por dicho medio de transporte y a
partir de allí, carro que veía, carro que fotografiaba.