Mi curiosidad me
inducía a fotografiarlo casí todo, pero en honor a la verdad debo admitir que
en aquel momento –los setenta- no era muy consciente de que estaba fotografiando
una época que tenía los días contados, pues era innegable que se avecinaban
grandes cambios en este país.
El fotógrafo no deja de ser notario de su tiempo y en la forma subjetiva
de captar las imágenes construye una narración de lo que acontece y que le
importa, aunque será necesario el paso del tiempo para que su acta notarial –en
formato fotográfico- cobre relevancia.
Lavar la ropa a mano en el rio o en los lavaderos públicos, territorios de uso exclusivamente femenino, dejaron paulatinamente de ser imágenes cotidianas, ya que la lavadora automática liberó a la mujer de esta dura tarea, del frío y el cargar la ropa mojada en grandes cubos de cinc hasta lugares soleados donde secarla.