Los televisores entraron prácticamente en la totalidad de
los hogares y las familias, aunque, reunidas ante ellos dejaron de comunicarse entres
sí. Poco a poco -esa ventana que nos acercaba a países lejanos y exóticos; que
nos permitía asistir a eventos deportivos y musicales; participar en concursos
y ver sin salir de casa películas, series… y desastres naturales o humanos
acontecidos a miles de quilómetros- nos fue convirtiendo en individualistas.
Más estoy seguro que nadie alcanzo imaginar que llegaríamos al nivel en que
estamos en la actualidad.