La seguridad en los circuitos no tenía nada que ver con
la de hoy en día. Por aquel entonces tomaba las fotografías de las carreras
apoyado en la valla protectora de las curvas, a dos metros del coche en plena
carrera, con un angular medio y la adrenalina a tope. La mayoría de los
fotógrafos acreditados eran extranjeros con unos teles que daban miedo y para
compensar tenían que situarme en espacios donde mis ópticas me permitiesen
obtener fotos cercanas siendo las curvas de “La
Font del Gat” las más idóneas.