Conocimos a la familia Abella que residía en Cotonou, capital de Dahomey, actualmente República de Benín, y al Ministro de Industria del país unos meses antes de iniciar la “Expedición en moto Igualada-Kilimanjaro”. Acordamos con ellos que a nuestro paso por Cotonou les visitaríamos. Calculamos –y calculamos bien- que éste seria un buen momento para de hacer un alto en el camino para recuperarnos de las largas jornadas de conducción por África. Nos instalamos en un confortable hotel y durante unos días dormimos en camas y no tuvimos que pelearnos con: la lluvia, el barro, la burocracia…y, debo reconocer que la decisión fue un acierto.
Para fotografiar en Ganvié, a la que algunos denominan la Venecia africana, tuve que sacarme un permiso especial, pues se mostraron recelosos con las cámaras y temerosos de posibles espionajes. Debo decir que no habría sabido que espiar aunque me lo hubiera propuesto.
En los poblados lacustre los palafitos, donde habitan los pescadores del lago, son viviendas que se elevan unos dos metros sobre el nivel del agua sostenidas por troncos de madera. Su medio de transporte son las piraguas desde donde las mujeres venden agua dulce, aves de corral, pescado, fruta, hortalizas… mientras que los hombres se dedican a la pesca. Por aquel entonces solían pescar con redes que movían a la par que iban andando con agua hasta el pecho por la laguna, o bien construían pequeñas empalizadas con ramas de arboles y palmeras, podríamos traducirlo por pequeñas piscifactorías, donde van a alimentarse los peces que transcurridas varias semanas los pescadores los capturan con redes.
Ganvié fue fundada por diferentes etnias que huían del comercio de esclavos y usaban el agua como barrera de seguridad, ya que desde el puerto de Ouidah los esclavos eran embarcados hacia Brasil, Haití, La Habana…