La expectación que generábamos era generalizada, ya que nadie se queda indiferente a nuestro paso, pero quienes más se sorprendían eran evidentemente los niños. Si nos deteníamos para descansar o repostar combustible éstos se agolpaban alrededor nuestro con curiosidad… y sus juguetes confeccionados a mano de manera muy precaria, auténticas piezas de ingeniería, se repetían estuviéramos donde estuviéramos. No importaba el país donde estábamos ellos (los juguetes) fueron una constante que nos acompaño durante toda la expedición.