En esta zona a las seis de la tarde la noche cae como un telón. Aprovechando pequeños espacios secos entre los descomunales hoyos embarrados, plantábamos la tienda en plena pista para pasar la noche. Este tramo era conocido por todos los transportista y por los lugareños que tenían montados todo tipo de servicios, suministrando desde: agua, café, licores, comida… hasta prostitutas. Las horas nocturnas se hacían pesadas y tediosa, pero a pesar del cansancio acumulado procurábamos cenar correctamente dentro de nuestras posibilidades.