El derrocamiento del emperador Hailé Selassie por una junta militar, había sucedido una semana antes de nuestra llegada y la ciudad, de entrada, presentaba un aspecto “aparentemente estable” pero, mientras permanecíamos a la espera de los visados para entrar en Sudán; una nueva junta militar derrocó a la anterior y en esta ocasión la ciudad, con toque de queda, ya se parecía a todo menos a “algo estable”, ya que en esta ocasión los tanques ocupaban el palacio presidencial y la divisiones de Harrar que custodiaban la frontera somalí se habían desplazado hasta la ciudad.