EL CIELO FRAGMENTADO
Mira hacia la ventana. Finge, como niño cogido en un renuncio, que las nubes no le observan a él, que no se fijan en sus ojos abiertos.
Sueña un poema y escribe, con trazo inseguro, frases encadenadas a ideas peregrinas. La vida gira detrás de los cristales.
Si dudas de mis verdades
lánzate al fondo del río
de mis ojos y bucea,
a través del iris roto,
hasta el fondo del cariño.
No te ahogarás.
Nadie le dijo, tantos años atrás, que los actos se acumulan sobre la espalda a modo de
mochila viajera y que permanecen, machaconamente persistentes, como pasajeros parásitos que no quieren apearse.
Pero esos hechos de ayer encorvan los pasos de hoy y poco queda más que alzar la mirada
e intentar no revivir secuencias olvidadas.
¿Por qué llegó aquí?
Hoy el futuro es azul como ese cielo encofrado tras el vidrio, y puro como el oxígeno que
silba en los resquicios de las bisagras.
Azul y no blanco.
Porque blancas son estas paredes acolchadas que enclaustran sus letanías surgidas de lo imposible. Porque blanca es la indumentaria de esos extraños que abren la mirilla de la puerta o que pasan, sin permiso alguno, a adormecerle diariamente.
Y porque su mente es azul, como ese cielo lejano e inalcanzable, que observa y sueña por la ventana. La ventana y el cielo…
Un cielo fragmentado.
Aquí sentado,
en la esquina de la vida,
espero un sentimiento
para atracarle.
Mira hacia la ventana. Finge, como niño cogido en un renuncio, que las nubes no le observan a él, que no se fijan en sus ojos abiertos.
Sueña un poema y escribe, con trazo inseguro, frases encadenadas a ideas peregrinas. La vida gira detrás de los cristales.
Si dudas de mis verdades
lánzate al fondo del río
de mis ojos y bucea,
a través del iris roto,
hasta el fondo del cariño.
No te ahogarás.
Nadie le dijo, tantos años atrás, que los actos se acumulan sobre la espalda a modo de
mochila viajera y que permanecen, machaconamente persistentes, como pasajeros parásitos que no quieren apearse.
Pero esos hechos de ayer encorvan los pasos de hoy y poco queda más que alzar la mirada
e intentar no revivir secuencias olvidadas.
¿Por qué llegó aquí?
Hoy el futuro es azul como ese cielo encofrado tras el vidrio, y puro como el oxígeno que
silba en los resquicios de las bisagras.
Azul y no blanco.
Porque blancas son estas paredes acolchadas que enclaustran sus letanías surgidas de lo imposible. Porque blanca es la indumentaria de esos extraños que abren la mirilla de la puerta o que pasan, sin permiso alguno, a adormecerle diariamente.
Y porque su mente es azul, como ese cielo lejano e inalcanzable, que observa y sueña por la ventana. La ventana y el cielo…
Un cielo fragmentado.
Aquí sentado,
en la esquina de la vida,
espero un sentimiento
para atracarle.
José Luis Nieto Aranda
Poeta
Poeta