Acudi a la primera cita desprovisto y con las manos en el bolsillo, David me dijo: relájate; piensa en lo que quieras, pero no hables y para cualquier cosa levanta la mano. Tumbado, con la boca bien abierta e indefenso en la silla, el penetrante e insistente sonido de los diferentes utensilios odontológicos martilleaban mi cerebro, me empezaron a surgir imágenes en mi mente: viajes, conciertos, proyectos finalizados, festivales fotográficos, obras de artistas que fotografié… un sinfín de momentos fotográficos iban circulando por mi cabeza acallando, algo, el persistente zumbido, fue entonces cuando saqué la inspiración para este “55 SEGUNDOS”.
A la segunda cita, acudí con la cámara para grabar como David, mi dentista enmascarado, con gran profesionalidad, pericia, rapidez y sin contemplación alguna hurgaba en y entre mis dientes. Grabé durante el transcurso de la intervención y siguiendo órdenes pensé, pero no hablé.