Los días de asueto en Cotonou se estaban terminando y antes de despedirnos de ella, conocimos la vida nocturna de la ciudad; accedimos al Club Social apto sólo para extranjeros y autoridades de la ciudad; Santi Godó contrató los servicios de un barbero local, que en plena calle y con una Gillette -sin soporte ni protección alguna- le rasuro la barba… y realizamos una sesión fotográfica, para cumplir con las demandas de las empresas que colaboraban con la financiación de la expedición. Para las imágenes de los bañadores masculinos Ocean decidí ubicar a los modelos (hijos del ministro) en las instalaciones del mejor hotel de Cotonou, todo iba según lo previsto, hasta que inmerso en mi trabajo fui retrocediendo para ajustar el encuadre y no me percaté de un enorme cactus sobre el que me caí. Mi espalda, brazos y piernas quedaron completamente cubiertos de infinitas púas de cactus. Las más visibles me las sacaron con unas pinzas y para las otras me aplicaron una loción de aceite de coco que ayudaba a que fueran expulsadas, creo que nunca tuve tan tersas mis carnes y mi cuerpo tan dolorido en general.
Superado el percance dimos por concluidos nuestros días de auténtica recuperación, en el país cuna del fetichismo Vudú, embalamos para su envío un metro cúbico de artículos de piel, para el museo de Igualada, que habíamos intercambiado durante el trayecto y salimos destino a Lagos capital de Nigeria.