Una constante a lo largo de nuestro viaje fue ver a los niños con juguetes confeccionados a mano de manera muy precaria que emulaban a vehículos a motor como coches, camiones… y que ellos tiraban de un cordel, aunque los más mañosos se los construían a tamaño suficientemente grande para poder usarlos montados en él. Eran autenticas piezas de ingeniería popular con volante y ruedas de algún desguace; con estructura de madera y frenos incorporados.