dimecres, 22 d’agost del 2018

La disparé hace 5.838 días


Para alcanzar la meta una buena idea no puede andar sola, por eso es imprescindible que la dotemos de una “memoria” bien desarrollada en cada una de sus áreas, ya que el éxito no siempre depende de la grandeza de nuestras ideas, sino de cómo hemos logrado comunicarlas a nuestro interlocutor. 

La disparé hace 5.838 días y junto a otras ciento cuarenta más durante la primera foto-intervención -incluida en los actos de la Festa Major d’Igualada 2002- que realicé el sábado 24 de agosto. Amaneció nublado, no tardando nada en evolucionar a lluvioso, motivo por el que mi foto-intervención, fue, prácticamente, el único acto de los programados de las fiestas, que no fue anulado a causa de una lluvia que no dejo de caer a lo largo de toda la jornada, ya que pudimos instalarnos en el paso cubierto que va de la plaza del Ayuntamiento hasta la de Sant Miquel en pleno centro neurálgico de la ciudad. La respuesta de los igualadinos a mi convocatoria fue extraordinaria, ya que -a pesar de esperar aproximadamente unos 20 minutos bajo la lluvia- siempre mantuvieron una actitud positiva, colaborando al máximo para que la construcción del retrato de la ciudad de Igualada, la suya y la mia, fuera un éxito, objetivo que, juntos, logramos. 

Había fotografiado la ciudad de Igualada en múltiples ocasiones y en 1997 se edito el libro IGUALADA donde recogía sus calles, plazas, edificios notables, fiestas…, pero en esta ocasión deseaba fotografiar a su gente y por eso presente al Ayuntamiento el proyecto “L’ÀNIMA DE LA CIUTAT. Jornades d’interaccions fotogràfiques”, el cual fue aprobado e incluido en la programación de actos socio-culturales-festivos de la ciudad. 

Dicho proyecto se resumia en que, yo, Josep Bou crearia para cada participante un retrato. Los participantes tenia a su disposición diversos objetos como: banderas, máscaras, sombreros, íconos, elementos varios… que libremente podían utilizar, o no, para retratarse, manifestando con la elección de ellos cual era su posicionamiento respecto a la actualidad, buscando con ello potenciar la imagen de un colectivo formado a partir de individualidades. 
Cada uno de los participantes seria obsequiado con un original fotográfico al finalizar las “jornades d’interacciones fotogràfiques” o sea transcurridos más o menos unos ocho meses. Todos aquellos que aceptaron mi invitación prestándome algo de su tiempo para crear entre ambos un retrato colectivo de Igualada, serian incluidos, sin exclusión ninguna, en la exposición y el libro L’ÀNIMA DE LA CIUTAT, siendo así participes activos del documento fotográfico que recogería cual era el pulso y ánimo… de la ciudad de Igualada a principio del siglo XXI. 

Dado que desconocía los espacios en que tendría que trabajar en las diferentes foto-intervenciones opté por simplificar al máximo mi equipo. Un fondo de tela pintado a mano con gama de grises de 3 metros de ancho por 10 de largo; equipo completo de cámaras y ópticas Nikon; flash Broncolor con paraguas jumbo; soportes fotográficos; gran cantidad de film Ektacolor y una maleta llena de accesorios variados y diversos -cuidadosamente elegidos- para que los participantes pudieran, a través de ellos, expresar inquietudes, críticas u aprobaciones sobre la cotidianeidad de los temas candentes que nos ocupaban en los inicios del nuevo siglo y que tres lustros más tarde, al parecer, siguen preocupándonos en mayor o menor grado. 

Imágenes y portada del libro "LÀNIMA DE LA CIUTAT"