El clero tenía una presencia importante en el mundo rural donde cada pueblo disponía de su iglesia o capilla con la rectoría, generalmente adosada y con comunicación directa a la sacristía, donde vivía el cura. A medida que las vocaciones sacerdotales decrecían los curas de pueblo tuvieron que hacerse cargo de más parroquias y muchas rectorías fueron abandonadas. Algunas de ellas se utilizaban como casa de colonias escolares o de grupos de Boy Scouts; otras se alquilaban, con la condición de mantenerlas en buen estado, a familias que las usaban el fin de semana e incluso se vendieron y restauraron algunas de ellas. Durante una época fueron muy solicitadas por aquellos que deseaban huir de la gran ciudad y que aspiraban a disfrutar del estilo de vida de pueblo pequeño, ya que acostumbraban a ser grandes y bien construidas.