Mi padre tenía mucha
amistad con un zapatero remendón apodado “el madriles” que también reparaba las
antiguas pelotas de futbol de cuero con cámara de aire. De pequeño yo le
llevaba los zapatos de la familia a remendar y siempre me había fascinado el
desorden de los zapatos amontonados por doquier con el nombre del dueño escrito
en la suela con tiza.
Dejé de ser el pequeño de la familia y
de llevarle los zapatos “al madriles” y para cuando quise fotografiarlo ya
había traspasado el negocio, pero todo seguía mas o menos igual y yo fotografié
al nuevo zapatero remendón.