Si recibes el encargo de realizar una campaña de Codorniu para el consumidor europeo lo primero que uno debe hacer es olvidarse de todo aquello que en nuestra cultura significa y a que tipo de celebraciones asociamos beber cava, ya que no estaremos ante la realización de una imagen de estética y concepto familiar, tradicional, elegante, con toques de actualidad y modernidad, nada de eso, puesto que deberemos centrarnos en la construcción de una imagen que refleje “fiesta entre amigos” con ciertos toques de locura, desenfreno…
La disparé hace 5.475 días y eran tantos los condicionantes y pautas a los que debía ceñirme que llegue a pensar (en algun momento) que tal vez no lograría crear la imagen casual, espontanea… por lo que me habían contratado. Temeroso de que los condicionantes me absorbieran, presenté a la agencia de publicidad un esquema de trabajo ajustadísimo al presupuesto / contrato y, por supuesto, al guión estético-conceptual de la campaña aprobada, con margenes mínimos a modificaciones y restructuraciones.
La campaña presentaba tres grandes ejes: el donde, el cuando y quienes.
Quienes.- No fue ningun problema, ya que nada más salir de la primera reunión Teresa ya reservo al equipo de colaboradores y a la protagonista femenina, ya que los masculinos lo haríamos a posteriori, pues no eran tan fundamentales.
Donde.- Los requerimientos especificados por la agencia eran “ciudad europea, centro histórico, pero no degradado y básicamente anónimo”. Por costes (para evitar desplazamientos, hoteles…) nos centramos en el barrio Gótico de la ciudad de Barcelona. Aunque parezca mentira en todo el barrio Gótico sólo había una localización que me encajara perfectamente, ya que al margen de que cumpliera con los condicionantes, precisaba que pudieran acceder vehículos rodados para los equipos iluminación, generador y la location van.
Cuando.- Ese apartado no lo decidió nadie del equipo, ya que vino marcado por el donde. Como la localización estaba enfrente de la puerta del Palacio Episcopal y esa calle és una locura de transeúntes deambulando en días laborables optamos por un sábado, primer dia de vacaciones del funcionariado del Ayuntamiento y la Generalitat, pero siempre y cuando hubiéramos terminado a las 9.00 horas de la mañana momento en que la calle es tomada por los turistas.
En las reuniones de pre producción se decidieron hasta los últimos detalles, ya que sabíamos que in situ todo el tiempo disponible debíamos dedicarlo a la captura de la imagen.
Me personé en la localización para estudiar con exactitud a que hora podia empezar a disparar para que las luces de apoyo no fueran perceptibles y con cuales y donde las ubicaría. En base a esa información opté por utilizar el blanco y negro como film en la Nikon F3 y una óptica de 35 mm. con un punto de vista muy bajo para potenciar el alargamiento de los tres personajes y la inclusión del fondo de la localización; debido al contraluz de las 6,30 horas de la madrugada y al poco espacio disponible para iluminar con veracidad, utilicé unas pantallas de Kinoflous, pegadas literalmente a la puerta del palacio episcopal, que a la vez me permitían marcar unos reflejos verticales a las copas de cava que se movían a su aire en las manos de los modelos a los que transmití el acting y posiciones precisas en el set, por el cual yo me iba desplazando posicionado a ras de suelo, no fue fácil alcanzar los movimientos y la buena expresión de las caras cuando había citado a todo el equipo a las 4 .00 horas de la mañana.
Todo parecía ir según lo previsto, pero el cliente insistia en que el acting debía ser más crazzy, more crazzy… (decía constantemente) y a primera hora de la mañana no resultaba nada fácil, pero lo solucionamos gracias a la canción del verano “La Bomba” de King África, que mi fantástico equipo de producción había incluido en la musica ambiente y de animación que solíamos preparar para cada producción.