Mi primer encuentro con la obra de David Hockney fue hace muchos años y no precise más de 55 SEGUNDOS para saber que había encontrado a alguien muy grande, pero sí que tardé bastante más en percatarme que – sin yo saberlo – él o quizás debo decir sus “joiners” se habían instalado en mi cabeza e intermitentemente afloraban parvas, tenues e imperceptibles pinceladas, trazos y expresiones suyas en mis creaciones fotográficas.
Los “joiners”
A principio de 1980, Hockney comenzó a producir “joiners”, que son collages hechos de fotografías. Primero empezó usando impresiones de Polaroid y subsecuentemente estampados de 35mm procesados comercialmente. Hockney creaba imágenes compuestas utilizando fotografías hechas con película instantánea o fotografías reveladas de un solo sujeto ordenadas de manera irregular. Debido a que las fotografías estaban tomadas desde diferentes perspectivas y en momentos ligeramente distintos. Algunas piezas son paisajes y otras retratos.
La creación de los “joiners” ocurrió accidentalmente. Mientras trabaja en una pintura en Los Ángeles, hizo varias fotografías Polaroid y las pegó juntas sin la intención de que resultaran una composición. Sin embargo al observar la composición final se dio cuenta que había creado una narrativa: era como si el espectador se moviera a través del cuadro. Comenzó a trabajar más con la fotografía después de ese descubrimiento y aunque dejó durante un tiempo de pintar, regreso de nuevo a la pintura.
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