La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio, según la creencia cristiana, los cuerpos dormían hasta el Día de la Resurrección. Los romanos, dicen los historiadores, que enterraban a sus muertos en sus propias casas “prius in domo sua quisque sepeliebaiur”. Pero las leyes de las Doce Tablas proscribieron este uso para librar a los vivos de las infecciones.
Los pueblos antiguos tenían por principio enterrar los difuntos fuera de las ciudades y así lo hicieron también los primeros cristianos, aunque hubo excepciones y personas notables fueron enterradas dentro de las iglesias.
El deseo de descansar al lado de las reliquias santas dio lugar a los cementerios contiguos a las iglesias, y algunos de ellos, generalmente en zonas rurales y de montaña, han continuado y siguen vigentes en la actualidad.