Para visitar el cráter del volcán Ngorongoro tuvimos que contratar el tour turístico, ya que no nos autorizaron la entrada con nuestro Land Rover. El cráter, en sí, es un reserva de fauna salvaje del Parque Nacional Masai, donde los animales pasean a pocos metros del coche. Terminado el tour seguimos dirección Arusha por la ruta que cruza el Manyara donde nuestros encuentros con los animales fueron muy diferentes a los tranquilos y placenteros que tuvimos en el Ngorongoro. Ya salíamos del parque cuando pinchamos y mientras cambiamos la rueda, entre rinocerontes, el Sol se fue escondiendo, por lo que al retomar la marcha ya era, casi, de noche. En mitad de la pista encontramos un puente (cuya anchura era igual a la del Land Rover) de troncos y altura trapezoidal por el que debíamos cruzar un cauce de agua y aunque confiábamos en Julius, no las teníamos todas, pero, para mas inri, justo cuando ya habíamos ascendido el tramo vertical y los faros iluminaron el puente en lugar del cielo en la mitad de éste había un gran elefante macho andando hacia nosotros. Retroceder, dadas las condiciones del puente, no era posible por lo que decidimos permanecer quietos y esperar. Por suerte el elefante reclamado por el resto de la manada que estaba pasando por la otra orilla y con pequeños golpes de gas del Land Rover logramos que retrocediera. Alejada la manada y en noche cerrada abandonamos Manyara.