55 SEGUNDOS deberían ser suficientes para aceptar que lo pequeño puede ser muy grande. Si precisamos de más tiempo para admitirlo –tenemos un problema- y deberíamos preguntarnos ¿cuándo hemos perdido el gusto por lo mínimo, por lo micro, por todo aquello que guarda y respeta la proporcionalidad con el ser humano, o sea nosotros?
“En tiempos de miseria es cuando más lujo nos encontramos. Tal vez sea para demostrar que no todos son heridos por el rayo de la crisis de igual manera. Así es ahora cuando los museos son más grandes, cuando los auditorios son más grandes… todo es más grande, los puentes, los bancos, las oficinas, los despachos de los ministros, hasta las librerías son más grandes. Y la pregunta es por qué son más grandes cuánta menos gente va, cuando menos se vende, cuando menos importan a nadie. Claro que la corrupción también es más grande, el desapego a las instituciones, a la política, el aguante es también más grande. Hasta los presupuestos son más grandes aunque ya no den para nada.
Yo quiero hacer un elogio de lo pequeño, incluso de lo ínfimo. Del micro-relato al evento mínimo, de las iniciativas pequeñas, acogedoras, humanas, de la obra de arte a medida del ser humano y no de las salas de los museos de Estados Unidos. Porque no vivimos en casas de 200 metros cuadrados. Prefiero el haiku a la epopeya, sobre todo ahora que ya no hay epopeyas sino tragedias, eso sí, enormes…
…quiero hacer un elogio de lo pequeño, porque no hay nada grande que no lleve en su germen lo pequeño. Porque lo pequeño lo podemos crear, saborear, todos. A lo pequeño nos podemos acercar sin miedo, casi con ternura, con ganas de apoyar, de participar. Lo grande, lo inmenso no es nuestro, es de ellos, de los otros. Ni podemos ni queremos pagarlo, el lujo es siempre ajeno.”
Parte del articulo ELOGIO DE LO PEQUEÑO publicado por Exit Express.com © Texto Rosa Olivares
Imagen: Josep Bou © 2014