Fotografiar por encargo a veces puede ser tan creativo y gratificante como el hecho de hacerlo para uno mismo, pues a mi entender el secreto está en la aptitud que adoptemos nosotros.
La disparé hace 11.700 días en mi estudio de la Gran Via de Barcelona, pero no lo hice en la parte correspondiente al plató, sino en el área del despacho de Teresa y sala de reuniones, presentaciones, castings… Aunque Creaciones Beltran era un cliente nuevo, ya que recién habíamos empezado ha colaborar, siempre hubo entre ambos plena sintonia y los resultados fueron, como no podia ser de otra manera, satisfactorios.
Fue una de aquellas sesiones fotográfica que uno recuerda como plácidas, ya que el equipo de colaboradores con los que pude contar eran de mi total confianza y, ya sé que hay fotógrafos que no le dan mucha importancia, pero para mi los profesionales que nos acompañan en las sesiones fotográficas son vitales, pues un buen entendimiento (con ellos) nos llevará a un objetivo común y el trabajo conjunto y cooperativo nos conducirá a la obtención de originales fotográficos exitosos.
El cliente me dio una única pauta al encargarme la campaña de su nueva colección de complementos masculinos de la línea The Edward Fox, que no me olvidara de lo que significava el nombre, y así lo hice. Por eso me pareció oportuno utilizar la parte noble de mi estudió como localización, propuesta que fue aceptada de inmediato. El modelo Ronny, la estilista Helena Oliveras y la maquilladora-peluquera Babette entraron directamente al concepto british que demandaba la imagen.
No sería la primera vez que utilizaría el despacho de Teresa como plató ya que sus luminosos cuarenta metros cuadrados ocupados por una mesa de cristal y una gran chimenea de mármol negro, se prestaba a tenerlo muy en cuenta para determinadas imágenes.
El concepto fotográfico se aproximaba a imágenes clásicas con el lujo del espacio, el producto se situaba en un segundo plano ya que se quería posicionar la marca con la elegancia de los accesorios masculinos. Por todo esto decidí disparar las fotografías en Blanco y Negro, con la Nikon F2, para colorearlas ligeramente con anilinas y reproducirlas después, con la Sinar P, en transparencias color 9x12 cm., para que los originales tomasen una tonalidad especial que reforzaba el clasicismo ingles. La iluminación se compuso de luz natural del Este, con un ligero apoyo de un fresnel de 500 Wts. localizado en la cara y parte superior del cuerpo del modelo.
En esta época al no disponer de Photoshop, los fotógrafos desarrollábamos la inventiva cuando buscábamos resultados diferentes al estándar establecido.