dijous, 31 de gener del 2019

La disparé hace 12.145 días


Creo que no hay mejor antídoto para un fotógrafo que enfrentarse a los pequeños percances que suelen suceder en la sesiones fotográficas, ya que estos ayudan a mantenerse estimulado, activo… y permiten no caer el la rutina y autocomplacencia. 

La disparé hace 12.145 días y ella junto con otros ocho originales fotográficos más, fueron los que dieron lugar al reportaje LUCES DE CIUDAD para la revista Patrones del grupo editorial Hogar y Moda. En él reunimos a Jordi Cuesta, Nacho Ruíz, Adolfo Domínguez y Purificación García, cuatro de los más destacados creadores españoles del momento y era evidente que no podíamos más que seleccionar a una modelo que estuviera a la altura de ellos. Por unanimidad nos decantamos por la donostiarra Olatz, pues su característica forma de posar le aportaria al estilo elegante y fluido de los trajes fuerza y personalidad. 
Ella era una extraordinaria modelo, se metia inmediatamente en su papel; la coordinación y armonía de sus movimientos eran del todo loables; siempre estaba dispuesta a enfrentarse a nuevos retos…, pero –por un motivo u otro- sus ojeras difícilmente la abandonaban. Si trabajabas con Olatz, sabías que la sesión sería un éxito, pero era imprescindible que estudiaras una buena luz, una luz capaz de eliminar sus ojeras y, por supuesto, un maquillador de gran nivel como Jaume Ribot de Llongueras. 

Después de tantos años no recuerdo exactamente porqué decidí proponer al equipo de redacción de la revista trabajar de noche y mucho menos en el barrio de la Barceloneta. Quizás deseaba que los diseños que iba ha fotografiar se impregnarán del olor a mar que se respiraba en el barrio. Sí, ese mar que hasta los Juegos Olímpicos la ciudad de Barcelona no se abrió a él para disfrutarlo, gozarlo y aprovecharlo. Probablemente también buscara el contraste de los elegantes, sofisticados… diseños en valiosas telas con el decrépito, vetusto y desaliñado barrio de la Barceloneta pre-olímpica, repudiado por la mayoría de los barceloneses en la década de los ochenta y adorado ahora, al menos, por los miles de turista que nos visitan. No se deciros con exactitud como llegué a la conclusión de que quería hacer la sesión fotográfica, en la Barceloneta, però lo cierto es que mi propuesta fue aprobada (con algunas dudas) y yo y mi reducido equipo nos lanzamos a la tarea. 

Toda la parte previa de la sesión como: maquillaje-peluquería, probar los vestidos a la modelo y coordinar éstos con los diferentes complementos, etc lo realizamos en mi estudio. Al atardecer con la furgoneta de reparto de Hogar y Moda nos dirigimos hasta la zona de la Barceloneta, por la cual disponíamos del correspondiente permiso del Ayuntamiento de la ciudad, y justo cuando terminábamos de instalarnos empezaron a aparecer, alarmantemente, los primeros curiosos y como éstos iban aumentando y lo último que deseaba era complicaciones, decidí aliarme con el líder y tras una pequeña negociación acordamos un precio para que me mantuviera a los espectadores/curiosos lejos de mi zona de trabajo, ya que –como le expliqué- en el fondo de las fotografías no debía haber gente. 

Fotografiar de noche en plena calle un reportaje de moda constituía un reto fotográfico, por ello tuve que analizar muy bien el plan de trabajo. Me interesaba dialogar técnicamente con las temperaturas de color que las luces callejeras decantaban hacia un impreciso tono verdoso. Buscaba una luz brillante para las telas de los diseñadores y posicionar el punto de luz para eliminar las profundas ojeras de Olatz. Tuve que valorar la exposición de la modelo con el fondo nocturno, bastante más oscuro, equilibrando los tiempos de obturación y no entretenerme demasiado porque hacía frio y la modelo se podía venir abajo. Por todo ello decidí trabajar con un flash Multiblitz Press con batería de plomo, que disponía de una muy pequeña luz de posición, tipo linterna, incorporada a la antorcha, que manejaba el asistente para dirigirla de forma precisa para que no se notaran nada las ojeras de la modelo. Todo ello en una notable oscuridad donde imperada la orientación direccional del flash más que la vista, fue como trabajar a tientas esperando que mis cálculos fueran exactos y sin hacer muchos disparos, porque la batería de plomo tenía un límite bastante reducido por el tipo de sesión que afrontaba. 
Trabajé con la Nikon FTN y una óptica Nikkor de 135 mm f 2 con transparencia Ektachrome de 100 Asa y para evitar reverberaciones de color en la imagen, tuve que indicar a Olatz que mantuviera la posición unos segundos muy quieta después de disparar el flash. Tomé riesgos controlados, pero el resultado fue el esperado. 

Reproducción de algunas pàginas del reportaje LUCES DE CIUDAD para la revista Patrones