Todas mis actividades laborales antes de establecerme
oficialmente como fotógrafo estuvieron vinculados –en mayor o menor grado- a la
fotografía. Uno de los primeros fue la dirección de un laboratorio de reprografía,
donde realizábamos fotolitos, selecciones de color para imprimir de forma
totalmente artesanal y el revelado –en cubetas- de los distintos procesos de
tramados.
Tuve
distintos asistentes que posteriormente tomaron opciones profesionales
diversas. De entre ellos Sebas era el más peculiar, todo un
personaje. Joven, muy joven, fibroso, inquieto, preocupado, de andar un tanto
cimbreante, súper aplicado, muy profesional y con unos grandes pies que
presumia de calzarlos con zapatos de suela de cuero. En homenaje a los
curtidores igualadinos decidí fotografiar –en el mismo cuarto oscuro donde
trabajábamos- las extremadamente andadas medias suelas de sus zapatos.