Con los visados en el bolsillo emprendimos camino hacia Costa de Marfil. En numerosos poblados y/o escuelas, paillottes, cementerios… podia ver el símbolo de la cruz, pero sólo en contadas ocasiones podías identificar a que Iglesia pertenecía. La sociedad africana no había perdido la confianza en la brujería, el animismo y el hechicero era persona respetada e incluso temida por sus conjuros y rituales de magia blanca o negra en los poblados. Hasta Niankorodougou por donde entramos a Costa de Marfil el paisaje era cambiante en cuestión de kilómetros.